¿Cómo se pierde el amor?
Extracto: De amor y de letras
Autor: Iván Eduardo Lópezcampos
Se pierde de a poco, de forma imperceptible. Se comienza a construir el adiós con la distancia, al postergar las citas, al aplazar los encuentros, los físicos, pero sobre todo los del corazón. El tiempo por compartir se comienza a administrar; quien se queda, pasa a un segundo o tercer término, quien se va lo justifica al amparo del exceso del trabajo, de los problemas, del cansancio, de la fatiga, pero ambos saben que cuando se quiere siempre hay tiempo para quien se quiere. Ambos se engañan y fingen que no pasa nada, aunque frente a ellos el amor comienza a hacer maletas.
Quien está dejando de amar respira con la distancia, siente que toma vida con la lejanía, la misma que al otro mata. Los te quiero se escuchan huecos, se utilizan más por costumbre que por necesidad de gritarlo al mundo. Porque eso debería de ser un te quiero, una confesión del amor entregado previamente con detalles, comprensión y deseo. Cuando se quiere a alguien, se confiesa el sentimiento por necesidad propia; cuando se deja de querer y aun así se pronuncia, pasa de ser la más bella confesión de amor a un gesto de caridad hacia quien se queda.
El desenlace está cercano. Para ambos es doloroso. Para quien se va lo es por egoísmo. Solo le importa no sentirse mal; el que se queda busca con desesperación como alargar la relación y es así que deja de cuestionar, de reclamar, aprende a guardar silencio. Elije migajas de amor sobre el adiós. Muere de a poco y de a poco va comprendiendo la realidad. Ya no es más la prioridad de aquel que buscaba espacios para estar juntos, ya no es más a quien se busca para compartir los tiempos libres, para soñar los planes; dejó de ser aquel por el cual se buscaba, en medio de una agenda saturada, el tiempo para dejarle un te quiero, para dejarle un te extraño.
El amor ya no está más. El amor eterno jurado, era el de una eternidad efímera.