Carta 106
De la lluvia, la inocencia y el “omniprófugo” amor
En Agua Viva también llueve, gozamos de una fresca semana pasada por agua, días hermosos, así que mientras relatas tu carta yo no tengo que hacer mucho esfuerzo para hundirme en esa sensación. Imagino, por tus palabras, que Costa Rica debe ser algo así como un paraíso, un lugar del que uno se enamora fácilmente y me parece comprensible que vayas a refugiarte ahí y que incluso hayas encontrado a tu familia tica. Eres afortunado de tener ambas cosas, no todo el mundo puede hacerlo, y bueno, ya Fraijanes se perfila como fascinante.
Hice el recorrido mental y en verdad sentí, como te dije en la carta anterior, que respiraba profundamente el aroma a vegetación, humedad, paz y silencio. Tal vez por eso te sientes tan tú mismo ahí, porque en la naturaleza no hay poses o máscaras, ella te devuelve directamente a tu origen, a tu esencia terrenal.
El “queque de limón” lo puedo imaginar entre un merengue y un pay y así lo degusté en la imaginación, junto con el café, que me entibió en mitad del paisaje que contemplaba por la ventana y luego, sin prisas, aspiré la brisa de la cascada, que sonaba a una suave tempestad. Momentos que flotan en el alma con un aroma a eterno.
Conservar la capacidad de asombro es algo extraordinario y yo pienso que nunca se pierde, en realidad; saber que existe todavía es lo que creo que sí se pierde. Cuando la vida nos agobia no tenemos tiempo para pensar en cosas tan sutiles como ésa y nos dejamos arrastrar por lo que hace más ruido. Solemos confundir el hecho de ser infantil con ver las cosas como las vería un niño. Ser infantil puede llevarte a ser caprichoso e irracional, pero ver y sentir como lo hace un niño es otra cosa. Sin duda tú conservas esa visión y esa emoción y esa es una de las razones por la que escribes. Sin duda te divierte muchísimo hacerlo, esa es la parte del niño: jugar y disfrutar.
Y estoy escuchando Le long de la route para ambientarme y es en verdad muy energética y ligera. Tú tienes una banda sonora para cada ocasión, ni yo, que amo tanto la música, la tengo como tú.
En lo que respecta al aroma a pino, déjame decirte que yo viví en un lugar muy cerca del mar y mi casa estaba rodeada de pinos. Yo me asombraba de que ahí no olía casi a tierra mojada, sino a pino mojado, que también me gustaba. Probablemente en Fraijanes la naturaleza sea distinta, es decir, más selvática, pero en ese lugar donde yo viví predominaban los pinos y los eucaliptos y, mojados o secos, yo disfrutaba de ese aroma día y noche, es uno de mis favoritos. Puede que no sea nada en comparación con lo que relatas, pero sí existe o existió un día para mí. Y pienso igual que tú en cuanto a que nada está puesto ahí por casualidad. Tú encontraste un lugar para escribir y trascender lo que aquejaba tu alma y esa fue la misión de esa banca, lo mismo ocurre con las personas que encontramos y que siempre son “las adecuadas”. Queremos encontrar a la persona adecuada sin saber que todas lo son y que están ahí para mostrarnos algo, normalmente algo de nosotros mismos y viceversa. Nosotros también tenemos esa función en sus vidas.
Y tuve que buscar en Google Dan Person y vi esos paisajes, que me encantaron. En verdad no sabemos el vínculo tan fuerte que tenemos con la tierra, lo digo por mí, claro. Me conmueve cada vez que entro en contacto con ella, aunque solo sea a través de la madreselva heredada de mi madre, que sigue floreciendo, como una niña contenta al fondo del patio.
¿Yo qué puedo contarte que sea comparable con el interés que despiertan tus relatos tan detallados y bien documentados de aquellas tierras? Solo puedo decirte que este mes me toca investigar sobre Gustavo Adolfo Bécquer para el artículo de portada de la revista y que estoy en constante estudio de canto, dando mis clases y también tomándolas. El sábado 10 de julio voy a entrevistar a la gran Encarnación Vázquez y este sábado a la mejor soprano de México: Olivia Gorra. Pues son pequeñas cosas, así es, pero es lo que me hace feliz y lo que ahora tengo para contarte, aparte de lo que ocurre en Agua Viva, por supuesto.
Y bueno, Mónica. El amor es algo íntimo que te invade, pero es “omniprófugo” también (he inventado esa palabra para suplir la hermosa sencillez y claridad de la palabra inasible, pues, como bien has dicho, a veces los escritores nos vamos por lo más difícil o lo más rebuscado). Lo hermoso es muy fácil de amar, desde luego, y mágicamente uno se siente hermoso cuando estás así de cerca de algo tan bello; de modo que disfruta en profundidad de la belleza y el tiempo que te espera a su lado.
Son las 11 de la noche y se me cierran los ojos, hoy ha sido un día muy largo, así que continuaré esta carta mañana. Quería enviártela hoy, pero creo que mi mente se vació con tanto como he escrito hoy desde la mañana, pero mañana más. Buenas y ticas noches a nuestro escritor de Agua Viva.
…
Retomo la carta por la mañana. El cielo se ha despejado después de varios días de lluvias y la luz parece mucho más clara, hasta yo, con esta miopía, la puedo distinguir.
Por los caminos de Agua Viva se respira un aire a nuevo, a buenos augurios, no sé, a algo que te regocija y estaría mirando por la ventana durante horas, si no fuera por todo lo que tengo por hacer, que siempre es apremiante. A diferencia de otras urgencias, yo disfruto de esas premuras porque se relacionan con lo que más amo: cantar y escribir.
Te agradezco el tiempo que te tomas para escribirme desde Costa Rica, con la cantidad de trabajo que seguramente debes tener. Lo haces parecer como si fuera un paseíto, pero sé que no es así. Retomar estas cartas me entusiasma después de haber leído la primera parte y en mi mente revolotean nuestros amigos, que me cuentan cosas y me muestran lugares, personas y situaciones nuevas. Espero que todo esto suceda muy pronto a tu vuelta.
Renée