HOY TE VEÍA
Extracto: Cuentos para no contar – De amor y de letras –
Autor: Iván Eduardo Lópezcampos
Valentina:
Hoy te veía con discreción a la distancia, moría por acercarme, por estar a tu lado. No lo hice porque desde ahí, eras la pintura perfecta. Disfrutaba verte a lo lejos, casi tanto como lo hago cuando estoy al lado tuyo. Y es que tienes la capacidad de transformar todo lo que tocas. Lo ordinario lo haces extraordinario, lo extraordinario… mágico y esto, sublime.
Me deleito viéndote a lo lejos, porque desde ese privilegiado lugar, puedo apreciar en totalidad tu altivez. Lo prefiero porque te veo sin perder detalle alguno, incluida la mirada hacia el infinito que tanto me agrada. Te hace parecer inalcanzable. La perfecta postura que siempre guardas es otro de los rasgos que invitan a no dejar de admirarte. Debo de confesar también la atracción que siento sobre tus manos, son hábiles y experimentadas. Son maestras de la dualidad. Lo son porque pueden ser tiernas, delicadas y discretas, pero cuando así tú lo decides, provocadoras, incitantes y excitantes.
Los labios, expertos en el arte de amar, me aprisionan con su humedad. Lo hacen porque posees una especial, una con sabor a deseo, una que siempre te deja sensación de que nunca es suficiente, después de haberlos probado, regresar es una necesidad. Cuando bebes de ellos, bebes del elíxir del amor. Probar su textura es hacer un viaje al paraíso, es degustar el fruto más dulce en el momento de su maduración.
Tu aroma es especial, es único. Te he confesado que soy adicto a los perfumes, pero el tuyo, el de tu cuerpo, es mi preferido entre todos. Aspirarlo es llenarte de un toque de primavera, con un delicado acento de bosque, sí… de ese que piensas, de Tierra del fuego. Llenarme de ti es llenarme de pasión, de fuerza, de arrojo, de locura, pero también de delicadeza, de paz, de calma. Por todo esto te aseguro que el aroma de tu piel es el perfume perfecto.
Hoy que te veía a lo lejos, no solamente te admiraba, también te hacía el amor con la mirada; porque de cierta forma el amor se hace, en ocasiones, sin necesidad de quitarse la ropa, se hace con la memoria, se penetra con el pensamiento, se llega al clímax con la palabra. Hoy te hice el amor sin tocarte y fue sublime.
Por todo lo que te he confesado en las líneas anteriores, me baso para decirte que eres maga, mi maga. Y es que solo una persona como tú, puede convertir lo ordinario en extraordinario y lo mágico en sublime.
Bruno Descartes
La Habana. Cuba.
