CUANDO LA MUERTE LLEGA.
Extracto: Pensamientos al aire
Autor: Iván Eduardo Lópezcampos
El jueves 10 de octubre me levanté con una terrible noticia, Enrique Servín Herrera había sido encontrado sin vida en su domicilio; conforme fue transcurriendo el día lo leído fue complementándose, el poeta había sido víctima de la violencia, algo ya normalizado por nuestra sociedad.
La indignación natural que provoca una muerte por tales motivos fue sorprendentemente superada por la consternación; de manera natural una pesadumbres comenzó a flotar en el ambiente, el estupor de su, ya no más, cimbró al mundo de la cultura, al de la docencia y algunos otros. Quienes no conocían al maestro en cuestión de horas lo hicieron, los medios de comunicación mostraron de manera rápida y espontánea su aflicción. Y es que sus blasones eran por demás relevantes, los que lo trataron se referían a él como poeta sensible, como el hombre culto y políglota que defendía las lenguas indígenas; fue sin duda alguna eso a que todo escritor aspira a ser sin importar su género, un puente entre lo mundano y lo espiritual, entre la acelerada cotidianidad materialista que, nos lleva a subsistir sin vivir, a la epifanía de encontrar la esencia de la existencia, agazapada detrás de las palabras escritas. Eso es lo que bien sabía hacer Enrique, hacer puentes.
El triunfar de manera profesional en la vida no es tarea fácil, el que esto sea reconocido es complicado, pero si además se hace de manera simultánea en el plano personal, estarías hablando de una persona extraordinaria; la noticia de la partida del maestro vino a confirmar sin duda alguna que él había sido una de estas.
Nunca sabremos si nuestra muerta dejará marcas profundas o pasemos desapercibidos ante los que se quedan, lo sabremos solo de aquellos que parten antes que uno y en estos días he sido testigo del veredicto que ha dictado la comunidad para lo hecho por Enrique Servín, ha pisado fuerte y ha marcado en profundidad la vida de muchos, ha dejado un profundo hueco en los corazones de quienes le conocíamos a detalle o solo de referencia.
Maestro, debo de informarte que la nota final a tu vida ha sido sobresaliente, tanto en lo laboral como en lo personal; nos ha dejado una gran enseñanza. El paso por esta aventura llamada vida es corto, no importa lo que dure tu tiempo, siempre será corto, es por ello importante vivirlo con intensidad, a tope; es fundamental levantarse cada mañana y vivir como si fuera el último día de nuestra existencia, un día será cierto, pero para entonces, si se ha vivido así, se podrá partir con la satisfacción que se bebió su tiempo hasta la última gota, justo como tú lo hiciste.
Por último. me gustaría preguntarte, de tus veintidós idiomas, en cuál de ellos dictarás cátedra a partir de ahora; porque de que lo harás a donde has llegado, no tengo duda alguna.
Iván Eduardo Lópezcampos
