Valentina:
Mi alma se había acostumbrado a la tuya y es que tus formas ya se habían impreso en mi ser. Ahora que no estás, solamente quedan tus huellas como doloroso recuerdo de la felicidad total que no será más.
Tu ausencia produce esa clase de silencio que hace eco en la cabeza. Estás en todos lados y a cada momento. Esto que comenzó como un juego, uno donde yo era el maestro y tú la aprendiz, acabó dolorosa y súbitamente. Pensé que estaba preparado para olvidarte, pero sabes, desestimé mis sentimientos, nunca me di cuenta de que ya no mandaba más sobre ellos.
¿Qué hacer con tu ausencia?, ¿cómo se lleva? Pensaba que podía lidiar con ella, que serías una página más, una que le daría vuelta con facilidad, que eras una bella casualidad en mi vida, pero estaba equivocado. No eras casualidad sino destino.
Ahora mismo te imagino caminar hacia mí, no es necesario cerrar los ojos para hacerlo, te puedo recrear viendo a la nada, te veo acercarte, tu sonrisa, tu mirada penetrante, siento tus caricias, yo… yo retiro con el índice, el cabello de sobre tu rostro, no quiero que nada interfiera con tu belleza.
Estás ahí solo para mí, lo estás en esa burbuja que creamos para hacer nuestro mundo. Pero sabes… no puedo tocarte más que en mi imaginación y eso me duele.
Deambulo por París, lo hago sin sentido. Estoy vacío, el alma duele al recordar tu sonrisa, tu mirada. Camino por Montaigne sin interés alguno. Sé que esto pasará, lo sé Valentina, sé que renaceré, moriré de amor y renaceré, pero ahora mismo muero y eso duele.
Ya perdí la cuenta del número de cartas que te he escrito y he quemado. Alguna vez alguien me dijo que era bueno hacer esto de escribir y quemar, pero yo no siento alivio alguno; sigo muriendo, lo hago de amor.
Fuiste mi mejor coincidencia, no estábamos destinados el uno para el otro, no en esta vida, pero no dejaré de buscarte en las siguientes, halaré del hilo rojo, una y otra vez, hasta que seas tú quien esté de aquel lado. Te buscaré hasta encontrarte, hasta que no seas coincidencia sino destino, te lo prometo.
Bruno Descartes
París, Francia.
