CARTA 109
Escritora:
Hoy me amaneció, como todos los días, muy temprano. Me levanté a ver el amanecer, pero para mala fortuna el sol se agazapó detrás de unos enormes árboles y me privó de su espectáculo, aun así, valió la pena la desmañanada, le robe unas horas más a mi línea de vida.
Que pena leer lo del músico, no puedo creer que existan hombres como él y no es que desconfíe de tu relato, pero se me hace imposible que, teniendo la oportunidad de hacerte sentir la persona más importante del mundo, se haya comportado en el otro sentido. En mi primer libro tengo un diálogo de Iker con Dusha, cuando ella le pregunta porque la trata de una manera que la hace sentir especial, él responde: porque tú eres el centro de mi universo, el que tú te sientas así es mi tarea, la tuya, es dejar que yo lo haga… era algo así. Hay personas que invariablemente quieren ser ellos el centro del universo, pretenden que todo gire a su alrededor, como tu pretendiente. Un hombre que piense en esa forma no vale la pena y menos para una mujer de tu altura.
Me encantó cuando dices que no quisiste preguntarle porque temías que te decepcionara más la respuesta, es un pensamiento que siempre he cargado en mi mente, pero nunca lo había expresado como tú. Hay ocasiones que es mejor una decepción que dos y es ahí que el silencio es más valioso que la respuesta.
Ayer, después de terminar su trabajo de juez, me marcó nuevamente Jerome. Y aunque su versión de hombre serio y sabio tiende a pasar más por una imitación de Cantinflas, me gusta esa versión. ¿Sabes?, la sapiencia en ocasiones se disfraza, usa ropaje ordinario y es así que la puedes encontrar en el bolero, el barrendero o en un viejo profesor al que pocos le hacen caso. Jerome va un poco de eso, a veces creo que es un ser superior, que es nuestra conciencia que se encarna en él y nos dicta lecciones. ¿No lo crees?, en momentos llego a pensar que no existe, que es una invención de nuestra pluma, pero luego me tranquilizo. El cartero es como encontrar el amor de tu vida, ¡no me malinterpretes! Aquí sería, mejor dicho, como encontrar a tu amigo de la vida, sí, eso expresa mejor mi idea.
Cuando encuentras un amor, no importa en que sentido, si es hablar del de pareja o el de amistad, pasa algo muy peculiar, en el momento exacto que se hayan, se siente, se puede escuchar el ensamble de las piezas. Oyes un “click” y luego ves su acomodo perfecto. No tienes duda de que se pertenecen. No hay nada ni nadie que los pueda desunir.
Es entonces que se empiezan a minimizar los errores del otro, se magnifican las virtudes. La vida, como te lo he dicho en otras ocasiones, tiene un diseño perfecto. Cada uno de nosotros, pintora, tenemos a nuestro lado a la mujer más bella del universo, para mí es Mónica, pero tú eres para Abel y es entonces que pueden existir tantas “mujeres más bellas del universo” como hombres existan. Y todos tienen la razón, ¿no se te hace increíble?
No le hagas mucho caso al comportamiento de Abel, lo quiero y lo quiero bien, pero el amor que siente por ti lo ha traído un poco errático en sus actuares, es un buen hombre, uno enamorado. Creo que un día deberías de invitarlo a cenar, a que departieran una de tus famosas pastas. El llamado del amor no debe de ignorarse. Mi amigo es feo, no lo puedo negar, no te venderé gato por liebre, su forma de vestir deja mucho que desear, sus cambios de carácter a veces confunden, el aroma de su perfume, a aserrín húmedo, no le ayuda mucho. Así podría darte un listado de detalles que no lo hacen el mejor partido, pero hay uno que va sobre todos ellos: es un gran hombre. Es uno de corazón enorme; detrás de ese disfraz de ogro, está un hombre enamorado que es capaz de bajar la luna por ti. Conozco su mejor versión y ésta, te la está ofreciendo, deberías de abrir un milímetro la puerta y dejarlo que se muestre.
Disculpa mi intromisión, querida pintora, pero los quiero a ambos y porque sé de lo mucho que valen, me atrevo a hacerte el comentario. Al final de cuentas, te repito, ¿quién es uno para negarse al llamado del amor? Hoy soy el hombre más feliz sobre la tierra y el universo, porque le abrí la puerta al amor, le abrí la puerta a la mujer más bella del universo, a Mónica.
Eduardo.
