Carta 104
Estaba por empezar mi práctica de canto cuando recibí tu mensaje, diciéndome que no pudiste esperar mi respuesta y me mandaste la carta 102. Bueno, me puse a leerla de inmediato y de inmediato me apresto a responderte porque, de no ser así, tal vez tenga que contestar 3 cartas en una. Me alegra mucho que tengas ganas de escribir, eso es primordial en el proceso de recuperación, que siento que no está tan lejos, después de todo.
Me he preparado un café, cuya foto te enviaré para acompañar esta misiva, con el fin de escribir despacio y saboreando cada palabra.
Tu determinación de reconquistar a Mónica me habla también de esa recuperación, pero, como te dije en la carta anterior, ella ya estaba conquistada de antemano y, al saber que vendrías otra vez al pueblo, buscó un boleto de inmediato y aquí la encontrarás a tu regreso. Todo lo que me dices de ella denota que estás, en verdad muy enamorado. El amor cura, de modo que te aplaudo, tanto el gusto (bueno, a quien no le va a gustar tremenda mujer), como el sentimiento. Va a ser un reencuentro romántico sin duda.
Una mujer como ella, que llama salvajemente la atención a donde vaya, puede ser difícil de conquistar, pero ya ves, te ganaste su corazón. No puedo esperar a leer todas las historias acerca de ustedes dos.
La gente suele desdeñar la felicidad, diciendo que es un momento muy breve de la vida, pero yo creo que se equivocan porque para que se produzca un momento feliz hacen falta muchas cosas, muchas concordancias. Para estar una navidad con tu familia y disfrutarla plenamente hace falta que las personas tengan el tiempo y la disposición de estar ahí, estar vivas, con salud, querer celebrar, etc. Si hay una tragedia, alguien enfermo, alguien ausente, esta felicidad no se produce, por tanto, creo que la felicidad es algo más que un momento efímero, pues necesita estar sustentada en algo más profundo. El solo hecho de verte ilusionado nos ha puesto muy contentos y hablo por todos porque en este momento están a mi alrededor, todos juntos, diciéndome que te diga esto y aquello. Jerome está emocionado y parlotea y habla rápidamente a la vez, Abel se carcajea de él, Isabel teje en una mecedora, Celestina discute con Abel y el maestro José Luis Ordoñez, con su amabilidad habitual, les dice que me dejen escribir tranquila.
Yo los veo a todos y pienso en lo bonito que es “estar en la línea de fuego”, que es donde verdaderamente ocurre la vida en conciencia para bien y para mal, pero pienso también que llega un momento en el que uno está más allá de todo eso y entonces se disfruta de otra manera, desde lo más esencial de la vida: una sonrisa, las flores, el cielo, un buen café, una tarde de lluvia, etc., sin necesidad de las pirotecnias, la guerra, los ejércitos y la caída de la vida en ebullición, y desde esta apacible barrera presencia uno el tropel ajeno con la tranquilidad de quien ya no desea muchas cosas, sino solo seguir viva, saludable, lúcida e inspirada.
Así que seré testigo de tu romance, de las ocurrencias de Jerome, de la despreocupación y la algarabía de nuestro grupo de amigos, de la presencia de Abel, de Ofelia, de la voz y la gentileza de José Luis Ordoñez, de La Chancla, del Lago, etc. Y serán momentos felices sustentados en todo lo que acabo de mencionar, viviendo dos veces, es más, muchas veces a través de lo que ocurre allá, pero también aquí, ambas existencias en plenitud.
Estamos todos esperando tu llegada. Un abrazo.
Renée