Carta 103
Me dio mucho gusto recibir tu carta 101 después de tanto tiempo, ¡muchas gracias! La verdad es que se extrañaban esas cartas, los amigos, los paisajes, etc.
Leí el libro “Cartas desde Agua Viva”, que imprimiste para los dos y no sabes cómo me reí de la serenata, de Abel y tú y de Mónica y Celestina. Al volver a encontrarlos estuve pensando en ellos durante varios días, como cuando regresas a casa y ves el rostro de las personas cotidianas y las reconoces en ti como un sello en el alma.
Me cuentas que han pasado muchas cosas en tu vida. Con el tiempo depuramos nuestro camino para quedarnos únicamente con lo que más importa. Casi siempre lo entendemos mucho después, pero mientras tanto no deberíamos permitirnos entrar a la órbita del desaliento, es un gran derroche de energía vital.
Con respecto a Costa Rica, me imagino esos lugares que describes y respiro con profundidad, se me figura que ahí puedes hacerlo…
Como te dije en el mensaje de ayer, tus amigos de Agua Viva escucharon lo que decía tu carta por boca, ya sabes, de Jerome. Casi me arrebató la carta para leerla en voz alta y ahí los tienes a todos en La Chancla, tomando vino tinto con frutas y gaseosa y escuchando atentamente. Llegó Abel un poco más tarde y al saber que vendrías, de inmediato le escribió a Mónica para avisarle. Ya tiene boleto de regreso, más o menos para dentro de un mes. O sea que te espera tremendo bombón y todo lo que hay en este pueblo y que ya conoces: el lago, como siempre en verano, verde y fresco, el parque lleno de árboles y rincones hermosos; La Chancla, la Posada de Don Pancho, la vieja, hermosa iglesia junto al cementerio del pueblo, más viejo todavía, la Avenida de los eucaliptos, que parece sacada de una postal de hace 100 años y el parque botánico donde crecen toda clase de arbustos sobre muchas de las ruinas de lo que fueran los cimientos de Agua Viva. Sin contar con la casa de Isabel y Jerome, con el estudio en la montaña de Abel, con mi casa, sede de tantas reuniones, con la mansión de la viuda Velya, un verdadero monumento histórico y con tu propia casa, en la que albergas a tu grupo de escritores, que también han prometido venir a saludarte. Miedo me dan, pero también están mis propias amigas, que no se quedan atrás.
Debo decirte que Aurorita se ha comprometido con un sobrino del hijo de Celestina, mi general Augusto y que a Lupita la persiguen dos pretendientes, curiosamente unos gemelos idénticos que no la dejan ni a sol ni a sombra. Celestina y Velya continúan con su labor filantrópica y han construido un albergue-hospital-escuela en la que reciben a toda clase de gente necesitada. Eso sí, ellos deben contribuir con alguna labor en pago a los servicios recibidos (siempre que su salud se lo permita). Ofelia, ¿te acuerdas de ella?, es la que más ayuda. Todavía no le crece mucho el pelo, pero ella y sus hijos están ahí cada tarde. Da clases de dibujo y cocina y si vieras qué contenta se le ve. Creo que ayudar a otros es una gran terapia. Me ha dicho que se siente muy agradecida con la gente que la apoyó durante la crisis y que ahora más que nunca desea vivir la vida en profundidad. Abel y yo la visitamos muy seguido; siempre te manda saludar y se siente en deuda contigo y con él por lo que hicieron aquel año por ella.
El pintor ha hecho varias colecciones espléndidas en la ciudad, pero siempre acaba por regresar al pueblo. Un día vino a visitarlo su exmujer, una señora muy elegante que caminaba como si la ofendiera la tierra que pisaba. No quiero ni recordar el escándalo que hizo porque encontró a la viuda posando para él en su estudio. Allá que llegó Celestina a ponerla en su lugar, a la exmujer, claro, y se armó la refolufia. Épico. Después de eso entendí por qué Abel estaba tan reacio a tener otras relaciones. Qué bárbara mujer, era, en palabras de Cortázar, como una pantera en un lavavajillas. No sé por qué Abel tiende a encontrar mujeres de carácter tan fuerte, aunque una vez me contó que se había enamorado de una novelista introvertida del vecino pueblo de Pinohondo llamada Mercedes, su musa. No sé por qué no está con ella ahora mismo, si están a 20 minutos de distancia; tal vez te lo cuente a ti algún día.
Isabel y Jerome han hecho avances que ni te imaginas. Tengo que contarte que Isabel está embarazada desde hace tres meses, ya te puedes imaginar la reacción de Jerome al saberlo. Hicimos una pequeña reunión en el parque para celebrarlo, siempre guardando la sana distancia y casualmente conocimos a un amigo tuyo que se nos unió y luego cantó para nosotros durante casi una hora al saber que éramos tus amigos. Se trata de un tenor de voz increíblemente hermosa que dijo Llamarse José Luis Ordóñez y que está hospedado en el “Paloma querida”, el único hotel de Agua Viva. Ahí lo encontrarás, te está esperando, dice que eres su representante. Como ves, tienes que atender a una pequeña comitiva a tu regreso.
En cuanto a Costa Rica y todo lo que de ella me cuentas, casi puedo estar ahí, de pie frente al paisaje, oliendo a árboles, a hierba fresca, a cielos medio nublados y a nostalgia de algo que no conozco, pero que reconozco en tus letras. Es un hermoso lugar para restablecer el alma y pacificar los sentidos. Qué bueno que estás allí, en una tierra amable y alegre.
Estoy segura de que ahí, muy pronto, volverás a ser el de antes, pues no hay como renovar energías a través de la naturaleza después de un largo viaje.
Renée