PERSONAS INTERMITENTES
Este tipo de personas están más presente en nuestra vida de lo que pensamos. Son como aquellos focos que parpadean, que nunca acaban por quedarse encendidos y al final molestan más de lo que iluminan. Las personas intermitentes llegan a la vida de los demás para llevarse algo de lo más valioso que puede tener una persona, la paz.
Van y vienen sin cansarse, lo hacen como aquel que pone su mano sobre el apagador, activándolo y desactivándolo a placer, sin importarle que tú estés en el interior del lugar. Y es que poco les importa dejar a los demás a oscuras; se van, desaparecen, así como sin nada. Lo hacen para disfrutar, momentáneamente, la vida con alguien más o simplemente para hacer algo más.
Las personas intermitentes son eternos insatisfechos. Necesitan la aprobación de los demás para darle sentido a sus vidas, aunque obtenerla, les genere solamente satisfacción pasajera, son, constantes cazadores. Usan todos sus recursos para impresionar a la víctima. Muestran una versión angelical en esa etapa, se visten de señuelo perfecto, es así como acaban por convencer que son los mejores, las más bellas, los más inteligentes, sabios consejeros o desprotegidas princesas, según el caso lo requiera. Entran en la vida de los demás de forma sigilosa, se instalan cómodamente y de espectadores pasan a convertirse en protagonistas. Ya encumbrados marcan el cómo y el cuándo; ejercen, a través de sus encantos, una especie de poder hipnótico que les ayuda para terminar haciéndose necesarios en la vida de sus seguidores. Cuando esto sucede, desgraciadamente para ambos, la adrenalina del intermitente desacelera, el interés comienza a decaer precipitándose en caída libre.
Se experimenta, entonces, un vacío profundo, una etapa de silencio reflexivo, pero solo momentáneo, porque precisamente esa incomodidad impulsa a ir por más. Se reinicia el proceso de caza, se va por una nueva víctima. Mientras la consiguen, entran y salen de la vida de la persona que abandonarán, no lo dejan del todo porque es ahora el tanque de oxígeno que les permitirá respirar en lo que logran su siguiente objetivo. Es así como, sin preocupación alguna, van y vienen, prenden y apagan la luz, sin importar dejar a oscuras a sus víctimas, sin importar la inestabilidad que en ellos generen y es que recuerda, el egoísmo es uno de sus principales rasgos.
Si no hay nadie que alimente su ego, regresan y encienden la luz de quien pretenden alejarse. Lo harán así mientras encuentran a su nueva víctima, una que en forma pasajera alimente sus ansias de protagonismo y disminuya sus inseguridades. Siempre privilegiarán el halago nuevo sobre el viejo; el primero les emociona, el segundo les sabe a premio de consolación. Si no hay nadie más lo toman, van por él, porque de eso a nada…
El regreso de las personas intermitentes a la vida de sus presas se da, no porque extrañen o porque haya un sentimiento; lo hacen por aburrimiento, por necesidad propia, por soledad, lo hacen porque saben que pueden encender la luz sin importar la hora que sea y apagarla cuando ellos lo decidan.
Este círculo vicioso se concluye solo hasta que se les cierra la puerta. Es ahí que emprenderán camino en búsqueda de alguien más a quien prenderle y apagarle la luz a su antojo, es ahí y así, que la presa comenzará de a poco a recuperar su paz. Pasado el tiempo se dará cuenta que ese amigo, amiga, ese amor perdido, no era ni tan bella, ni tan inteligente, ni tan sabio, ni tan perfecta, era solo un espejismo creado por su imaginación, uno que el tiempo y la distancia desvaneció para dejar lo que realmente siempre fue y no se quería ver, una persona intermitente.
-DESTINO MARCADO-